Descripción
La propia red de metro es una metáfora de la amalgama de historias humanas que se entrelazan a cada instante, unas tan cerca de otras.
Lo que se narra son fragmentos de vida donde aparentemente nada se sale de lo habitual. La autora, a fin de cuentas, sabe que su oficio es la perspicacia, la facultad de introducirse con sigilo en los pensamientos y sentimientos del otro. No juzga, sino que adopta una posición de testigo, presentando cada personaje bajo la luz apropiada y dejando que hable con su voz.
En pocos párrafos la narración concluye. Aparecen vacíos, túneles donde las palabras repentinamente enmudecen. No siempre habrá resolución definitiva. El lector ha de intuir y sentir.