«Se aprecia nostalgia, melancolía y a veces perplejidad, pero no angustia ni desesperación. No es un poemario existencialista, sino poesía existencial que se nutre de vida, con su carga de incertidumbres y dones, fiascos e inesperados hallazgos, quimeras y decepciones.
En definitiva, todo un orbe poético, con momentos de gran calado y un bello manejo del idioma. Agradezco la nitidez, que no transige con la banalidad, y la intuición, que relampaguea por los márgenes, las esquinas y el centro. Alambres y tulipanes me ha proporcionado gratos momentos de felicidad»

