Así, por medio de «dos poetas de siete años» de Rimbaud, la infancia se presenta como un laberinto y el mundo como un indicio de otro. En este libro de Ordóñez los mitos son parientes lejanos que llegan de visita y los parientes, presentes o no, vivos o muertos, cobran la dimensión del mito. Entre el múltiple follaje del mundo y el árbol único de la creación, Juan, el Heráclito de Orocuina, departamento de Choluteca, ancestro tutelar del que escribe, nos dice «aquí también hay dioses».
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