Sin dejar de lado los problemas canónicos de la filosofía, sistematizados por Aristóteles, los estoicos tuvieron la habilidad de vincular la reflexión filosófica más profunda con los problemas más cotidianos del ser humano. El destino y la necesidad, el sufrimiento y la muerte, el placer y el dolor, la verdad y el error son realidades que plantean preguntas aún no resueltas, y que los estoicos afrontaron con valentía y sin autoengaño. Quizá sea esta la razón por la cual la filosofía estoica nunca ha pasado de moda. Por el contrario, tiende a revivir en épocas de confusión como la actual.
Los estoicos han sabido conectar mejor que nadie las áridas especulaciones de la lógica o de la física con los conflictos propios de la ética o de la vida práctica. El autor hace especial hincapié en mostrar tal conexión y en poner de manifiesto la centralidad de la ética en la filosofía estoica.

