«Los grados de lo orgánico y el hombre.
Introducción a la antropología filosófica» de Helmuth Plessner puede ser considerada una obra central en la refundación de la antropología filosófica contemporánea iniciada a comienzos del siglo XX, en la que participaron, entre otras, las figuras de Max Scheler o Arnold Gehlen.
A lo largo de la obra, partiendo del concepto de vida y en continuo diálogo con el mecanicismo y vitalismo vigentes, el autor desarrolla un análisis de la naturaleza orgánica con el que pretende reconciliar carne y psique, naturaleza y espíritu, materia y cultura, unidad que había quedado amenazada por el extraordinario desarrollo finisecular de las ciencias experimentales.
El concepto de posicionalidad (indiferente a cualquier distinción de orden físico o psíquico), que determina la situación esencial que los seres vivos adoptan con respecto a su entorno, le sirve al autor para caracterizar, más allá/más acá de su necesaria y complementaria explicación empírica, a plantas y animales y, en la última instancia, para fundamentar la particularidad de la existencia humana, su excentricidad, causa última de su ser cultural.
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