«No debe llamarse civilizado el pueblo que no ilustra a la mujer, porque la mitad de sus individuos son ignaros. La luz es para todos: nada justifica que se fomente la ceguera intelectual de un sexo».
«El hombre, haciendo alarde de un principio de autoridad que él se adjudica, ha dicho a la mujer: De aquí no pasarás. Un hombre estúpido, por mucho que lo sea, es considerado con derechos indisputables para guiar a la mujer, corregirla, aconsejarla, exigiendo de ésta una obediencia pasiva y ciega».
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