En 1988, un reducido grupo de futbolistas soviéticos cruzó el telón de acero gracias a las políticas aperturistas que Mijaíl Gorbachov empezaba a aplicar en la URSS.
Uno de ellos, Rinat Dasáyev, fue el primero en la Liga española y abrió el camino a la continua llegada de compatriotas suyos en los noventa: Onopko, Mostovói y Karpin fueron algunos de esos venidos del frío, cuya huella aún perdura entre los aficionados.
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